Cairns es para muchos la última escala cuando se navega a lo largo de la Costa de Coral de Australia. Si estás fuera de temporada, es un buen punto de retorno, un lugar donde esperar a que los vientos cambien de dirección para poder regresar hacia un puerto del sur, antes de que llegue la temporada de ciclones. Si continúas hacia el Sudeste Asiático, es por lo general el último puerto antes de llegar a Darwin – un buen lugar para comprar provisiones y hacer cualquier reparación en la embarcación antes de seguir hacia Indonesia. Pero si eres intrépido, Cairns puede ser la primera parada de una intrigante zona de navegación – una que incluye una historia fascinante y una gran cantidad de vida silvestre.
Cuando llegamos a Cairns, pensamos que nuestra estadía sería breve. Teníamos una vela para reparar y queríamos hacer el mantenimiento de nuestro equipo de buceo, pero más que nada estábamos ansiosos por continuar. Resultó ser que Cairns daba esa sensación de bienvenida del último puesto en la frontera de un entorno remoto. Buenos restaurantes, una gran vida nocturna y un maravilloso parque frente a la costa, hacen que esta pequeña ciudad sea un destino propio y no solo un punto de paso hacia la Gran Barrera de Coral. Y aunque la barrera de coral es la gran atracción, descubrimos que no es el único Patrimonio Mundial de la UNESCO en la zona pues allí también está la selva tropical donde se encuentra el famoso Parque Nacional Daintree.
Con nuestra vela en la velería, decidimos explorar un poco la zona. Alquilamos un auto y nos dirigimos hacia Mossman Gorge, que es parte de Daintree. La caminata por la selva nos llevó a un puente colgante sobre el río y a través de un bosque de higueras gigantes. Estuvimos atentos para ver algún casuario, entre los nidos y los helechos de cuerno de alce –o helechos australianos– pero no tuvimos suerte (o a lo mejor sí– dicen que estas aves gigantes son agresivas). Nuestra siguiente aventura fue sobre el Skyrail – un trayecto de 7 km en telecabina sobre un bosque de nueces de la india, palos de corcho, olivos y sándalo.
Desde arriba, la selva tropical ofrece una perspectiva única. Nos pegábamos a las ventanas mirando hacia abajo – especialmente cuando podíamos ver un cañón o las Cataratas del Barron. El trayecto termina en el pintoresco pueblo de Karanda, lugar ideal para almorzar y comprar obras de arte indígenas como souvenir, antes de regresar a Cairns en el histórico ferrocarril.
Fue difícil despedirnos de Cairns, una ciudad que abre sus brazos a los turistas, pero estábamos muy pendientes del pronóstico del tiempo en busca de las condiciones perfectas. Una de las grandes metas del viaje era fondear y bucear en la barrera de coral. Ya habíamos estado navegando hacia el norte dentro de la Gran Barrera de Coral durante cientos de millas, pero al sur de Cairns el arrecife es más delgado y está más alejado de la costa. Una vez que llegas a Cairns, el arrecife comienza a acercarse a la tierra y es más fácil llegar a él.
Para fondear en el arrecife se necesitan al menos algunos días de calma sostenida. Caso contrario, te encontrarás fondeando en un mar agitado con un arrecife invisible y peligroso. De hecho, aquí es donde el Capitán Cook naufragó su barco en Endeavour Reef. Muchos de los que navegan esta zona se contentan con fondear detrás de las islas y explorar los arrecifes internos. Pero realmente queríamos vivir la experiencia de fondear en lo que parecía ser el medio del océano, a millas de la tierra. Así es que con el pronóstico del tiempo calmo, nos dirigimos hacia Low Island y luego a Turtle Bay en Tongue Reef. La recompensa fue poder fondear en una gran extensión del mar y bucear sobre el famoso arrecife.
Cuando el viento comenzó a soplar, llegó el momento de dirigirnos al norte. El equilibrio en la navegación está en navegar lo suficientemente despacio como para ver lo que uno desea, sin tropezar con las temporadas que guían tus movimientos de un lugar a otro. Sentir la necesidad de continuar avanzando implicaba elegir nuestras siguientes escalas. Cooktown, donde el Capitán Cook reparó su barco, no era una parada elemental (aunque se encontraba convenientemente en dirección a Lizard Island). ¿Pero quién va a rechazar la posibilidad de posar con una gran variedad de estatuas y monumentos de Cook, casi similar a la cantidad de bares en el pueblo y a la cantidad de residentes?.
Lizard Island terminó siendo una parada fantástica e inolvidable. Una de las características de la isla son las ruinas de la cabaña de Mary Watson. En 1881, la joven, su bebé y un trabajador chino escaparon de su hogar en una bañera luego de que los aborígenes los condujeron fuera de la isla. Sobrevivieron a la travesía en la bañera de hierro y llegaron a una isla cercana donde luego murieron de sed. Fue así como ella se convirtió en una especie de heroína, un símbolo de la fortaleza australiana en la adversidad.
Las fotografías que vimos originalmente de las ruinas incluían una buena parte de una pared. Lo que nosotros vimos fue un montón de piedras. No nos sorprendió; un ciclón de categoría 5 golpeó la isla durante 11 horas en abril de 2014 – arrancando varios árboles de raíz, dañando la vital estación de investigación de arrecifes y haciendo que el reconocido resort tuviera que cerrar. El ciclón también destrozó el coral virgen – donde se estaban llevando a cabo importantes proyectos de investigación.
Pero cuando llegamos, el centro de investigación ya estaba reparado y en funcionamiento, se estaba reconstruyendo el resort y nada podía dañar la increíble vista desde el puesto de observación de Cook. A pesar de la pérdida de coral, el arrecife aún tenía mucha vida: una gran cantidad de peces, seis variedades de almejas gigantes, tortugas, rayas, tiburones, y tan solo dos semanas antes de que llegáramos, habían visto a un cocodrilo.
Los grandes cocodrilos de agua salada son una amenaza en la costa. Y mientras esperábamos verlos en lugares más remotos, no creíamos que se verían en las zonas más pobladas. Pero los cocodrilos hacen lo que quieren – y aunque nunca vimos uno, sí vimos suficientes señales como para mantenernos alertas.
Luego de Lizard Island, la siguiente escala natural es Cape Melville, un cabo ventoso donde las montañas de enormes cantos rodados hacen que Australia parezca una zona en obras sin terminar. Pero 15 millas más adelante, se encuentra Flinder’s Group y un parque nacional llamado Yindayin en Stanley Island que cuenta con una de las más maravillosas pinturas rupestres del mundo.
Cada año, tan solo un puñado de navegantes llega a Yindayin. Pero el premio por desviarse de la ruta es la posibilidad de ver las paredes de las cuevas que revelan imágenes asombrosas de embarcaciones. Pintadas en rojo y delineadas en blanco, algunas cuentan con las distintivas popas de los galeones europeos del siglo XVIII, mientras que otras tienen exóticas curvas orientales de los perahus de Makassar; y otros rememoran las embarcaciones portuguesas del siglo XVI. Junto con las embarcaciones hay otras imágenes de vida diaria: una raya águila, cocodrilos, dugongos y tortugas. El arte, que capta el momento del contacto occidental con la cultura más antigua del mundo, es excepcional y, salvo que sepas buscarlo, está virtualmente olvidado.
Partiendo de Stanley Island, era fácil imaginar a los aborígenes locales saliendo de sus refugios y pintando el contorno de nuestra embarcación en las piedras. La costa infinita tiene ese efecto – con pocos barcos y sin ciudades parece prehistórica e inalterable.
Pasando Cape York, fondeamos y caminamos hasta la cima de Australia tan solo para decir que pudimos hacerlo. Darwin aún estaba a varios cientos de millas por lo que nuestros tramos se tornaron más largos. Durante las largas noches el cielo se mantenía despejado y estrellado y todos los días nos visitaban los delfines. Al atravesar el Golfo de Carpentaria, la tierra se torna de un color rojo intenso gracias a su contenido de bauxita. Agradables fondeaderos repletos de aves y vida marina nos animaban a continuar explorando, pero nos estábamos quedando con pocas provisiones y había llegado la hora de dirigirnos a la pequeña ciudad de Darwin.