Se dice que los daneses son la gente más feliz del mundo. A pesar de pagar altos impuestos, su sistema de sanidad, transporte y calidad de vida, según expertos, ocupan el puesto número uno en felicidad. Es fácil de entender cuando se visita su capital: Copenhague.
Una ciudad a la vanguardia con respecto al medio ambiente, donde el tráfico se alivia con amplios carriles de bicicletas sobre unas de las calles más limpias del mundo, gracias a la conciencia ecológica de los daneses. Tanto es así que la organización Stop Wasting Food Movement (movimiento para detener el desperdicio de comida) anima a los supermercados a descontar los productos sueltos que les sobran. También existen supermercados como Wefood donde se venden exclusivamente las sobras de otros con un descuento del cincuenta por ciento.
La época ideal para visitar esta ciudad es el verano cuando se puede disfrutar de sus ajardinados boulevares y las aguas cristalinas que rodean la ciudad. Al pasear a lo largo de los lagos del lado de la zona oeste, por un momento puede parecer estar frente al Sena en Paris. Estos tres lagos rectangulares: Peblinge Sø (Student Lake) Sortedams Sø (Black Pond Lake) and Sankt Jørgens Sø (St. George’s lake), engalanados con elegantes puentes, son perfectos para alquilar un barco a remo o simplemente caminar por sus orillas.
Una vez que cruce el puente, se encontrará con el novedoso barrio Nørrebro con su mezcla ecléctica de restaurantes y cafés. Lo que en su día fuera un barrio obrero se ha convertido en un animado centro de edificios cubiertos de verdor con un hermoso parque – Superkilen – que se divide en tres partes: la plaza roja con sus cafés urbanos, el mercado negro con su plaza tradicional de fuentes y el parque verde, ideal para pasear al perro o hacer un picnic.
En dirección este, queda el centro de la ciudad y el puerto, donde se puede llegar a través de amplias avenidas que acaban en unas callejuelas llenas de tiendas cuyas animadas fachadas revelan el espíritu alegre de la cultura danesa. El Nyhavn (nuevo puerto), colorido y concurrido, está repleto de cafés y terrazas que permiten disfrutar de las preciosas vistas de los antiguos veleros que adornan sus muelles.
Los famosos jardines Tivoli forman un hermoso parque de atracciones que abrió en 1843 donde todavía se puede montar en la montaña rusa más antigua del mundo- la Rutschebanen. Aquí se encuentran exóticos edificios de estilo oriental, teatros, bandas de música, restaurantes y cafés que por la noche se convierten en un verdadero espectáculo de iluminación. Algunas de sus atracciones más recientes son el Aquila, un columpio gigante que gira con poderes centrífugos de hasta 4G y el Condor 2GH en el que los pasajeros se sientan mirando hacia el centro en un aro que gira a altas velocidades.
No muy lejos se encuentra una de los grandes atractivos de Copenhague: la sirenita situada en el paseo de Langelinie. Este ícono de la cultura danesa está inspirada en uno de los tantos cuentos de Hans Christian Andersen. De tamaño más bien pequeño, está obra del escultor danés-islandés Edvard Eriksen mide tan sólo 1.25 metros de altura pero pesa nada menos que 173 kilos. Su centro de ópera es otra gran atracción ya que es uno de los más grande del mundo.
Para los amantes de la comida en Copenhague hay de todo. Animadas tabernas que sirven cerveza y arenque son ideales para algo ligero pero si prefiere algo más contundente les recomiendo Marv & Ben, situado en la calle Snaregade 4, donde podrá deleitarse con lo mejor de la gastronomía danesa. Pescados frescos como la lucioperca con almejas y colinabo, cerdo a la parrilla con remolacha y saúco o pato con remolacha y moras son algunas de sus deliciosas ofertas. Como postre no hay nada como los arándanos con miel fermentada y hierba de lima.
El mercadoToverhallerne en la calle Frederiksborggade 21 es un destino gourmet para comprar comida para llevar o disfrutar en una de sus terrazas. Ofrece una amplia selección de platos típicos e internacionales para todos los gustos en el centro de la ciudad. Aquí el Hallermes Smorebrod sirve un delicioso sándwich abierto danés que se prepara con variedades de carne, pescado, marisco, cremas y salsas…una verdadera delicia danesa.
Para alojarse, el hotel Guldsmeden, sumamente comprometido con el medio ambiente, se esmera en ofrecer cómodas habitaciones , comida orgánica y un entorno íntimo de verdadero relax. El Kong Arthur es otra opción que ofrece todas las comodidades de un clásico hotel de cuatro estrellas.
Uno no se puede marchar de Copenhague sin hacer una visita al icónico Christianatown, una comuna hippie que ha llamado siempre mucho la atención. Este curioso barrio, creado en 1971, está situado en una antigua base militar abandonada que cubre unas 34 hectáreas. Empezó como un experimento social y a través de los años se ha convertido en un distrito autónomo de 1000 residentes. Aquí podrá encontrar galerías de arte, cafés, restaurantes, edificios históricos y animados murales. Casi toda la comida que aquí se sirve es orgánica y se permite fumar marihuana y hachís.
Sea cual sea su gusto, Copenhague lo tiene todo. Por algo será que sus habitantes son tan felices.