En el centro del Caribe existe una cadena de islas con forma de piedras preciosas que se esparcen entre San Vicente y Granada. Las Granadinas, técnicamente una parte del mismo país que la isla de San Vicente, se extienden a lo largo de 40 millas en dirección noreste-sudoeste y varían tanto entre ellas que es difícil captar el sabor de toda la zona en una sola visita.
Los destinos más conocidos de las Granadinas son Bequia, Mustique, Canouan, los cayos de Tobago, Mayreau y las islas Unión, pero hay decenas de islotes entre medio con fondeaderos del tamaño de un bote para anclar durante una semana y dedicarse a redefinir lo que se conoce como civilización.
Aspectos destacados e historia
Aunque a cualquiera que navegue al sur le parecerá que San Vicente es un buen lugar para alojarse y reaprovisionarse, la isla es más que un simple punto de despegue. Un tour en taxi es buena opción para llegar a los distintos lugares, incluyendo un antiguo fuerte y un tour guiado del jardín botánico con su vegetación exótica y su fauna de loros cuyo plumaje azul, verde y amarillo fue la inspiración para crear la bandera nacional.
He aquí una breve versión de la historia de la región: Cuando Colón barloventeó las aguas caribeñas, San Vicente era conocida por sus habitantes como Hairoun, que significa «hogar de los bendecidos» lo que hoy es también la marca de una conocida cerveza local. En los siglos siguientes, el Caribe oriental fue colonizado por varios grupos como los Arawak, pueblos indígenas pacíficos y en su mayoría provenientes de América del Sur. No obstante, no recibieron bien a un nuevo grupo de Caribes belicosos que comenzaron a llegar, matando a los hombres y manteniendo vivas a las mujeres.
Doscientos años después de la llegada de Colón, los europeos llegaron en masa con los misioneros, quienes por lo general no tenían muchas posibilidades contra los Caribes pero eran increíblemente persistentes. Enseguida llegaron los barcos con esclavos de Africa aunque algunos naufragaron en arrecifes cercanos. Los africanos que sobrevivían nadaban hasta la costa, se mezclaban con los Caribes creando un nuevo grupo llamado los Caribes Negros quienes, por supuesto, no se llevaban bien con sus antecesores.
Para entonces, los franceses e ingleses también estaban librando tibias batallas sobre el territorio además de luchar contra los Caribes que ya peleaban entre ellos en una tierra devastada por la guerra. La tecnología superior de la época – cañones, mosquetes y barcos – prevalecieron y los Caribes Negros fueron finalmente arreados y enviados en barco a Roatán, cerca de la costa de Honduras.
San Vicente, que estuvo la mayor parte de su historia gobernada por los franceses, en 1871 pasó a ser una colonia británica de las Islas de Barlovento. En 1979, se convirtió en estado independiente dentro del Commonwealth británico.
Navegar hacia el sur
A una fácil navegación de dos horas hacia el sur desde San Vicente se encuentra la bella Bequia, la mayor y más septentrional de las Granadinas. Le costará encontrar un pueblo más amistoso en cualquier otro lugar del Caribe que el pueblo angloparlante de esta isla donde lo harán sentirse bienvenido de forma inmediata.
La Bahía del Almirantazgo de Bequia ofrece una gran cantidad de lugares para fondear y lanzar el ancla cerca de la playa de Puerto Elizabeth. Aquí, hay una cultura donde los hombres y las mujeres salen en sus pequeños botes para ayudar a los visitantes con todo lo que necesitan, desde amarrarse a la boya hasta llevarles alimentos recién horneados o acarrear la basura. Son emprendedores por excelencia y si usted es bueno con ellos, ellos serán buenos con usted.
Un viaje en taxi al lado del barlovento lo llevará a conocer a Orton “Brother” King que ha pasado los últimos 17 años en Bequia protegiendo a las tortugas de Hawksbill. King cuida a las crías recién nacidas en su granja hasta los tres años, edad suficiente para sobrevivir por sí solas. ¿Quién sabe que las tortugas pueden vivir hasta los 200 años y realmente no maduran hasta que tienen 25 ? King alienta a todos a interactuar con sus bebés de caparazón duro. No solo pueden sentir cuando se les rasca la espalda a través de sus caparazones, sino que además lo disfrutan y se quedarán felices sin moverse durante todo el tiempo que uno quiera hacerlo.
Desde Bequia, se pueden navegar unas 24 millas hasta el Arrecife Horseshoe que rodea a los cayos de Tobago y protege a las 4 islas pequeñas. Como fueron designados Parque Nacional Marino en 1998, cuentan con guardaparques que hacen rondas y cobran $10 EC (Dólares del Caribe Oriental que equivalen a unos 40 centavos de Dólar Estadounidense) por persona por día, un precio justo para cuidar el lugar.
Aquí hay pocas distracciones y no hay vida nocturna por lo que los cayos son para traer el equipo de buceo, un par de libros, una nevera para la cerveza y olvidarse del mundo por un rato. El buceo de superficie es sublime y el arrecife ofrece aguas protegidas. Hay incluso un santuario acordonado para las tortugas donde se alimentan a tan solo 8-10 pies bajo la superficie por lo que se las puede oír mientras comen.
Los lugareños emprendedores llegan temprano a la mañana para traer croissants, artesanías y joyas. Para entretenerse por la noche fuera de la embarcación, hay que pedirles que organicen un asado en la playa, que normalmente incluye pescado a la parrilla, arroz, vegetales y ponche de ron. La sopa de almejas es exquisita.
En estos cayos se filmaron escenas de «Piratas del Caribe» y «El Cofre del Hombre Muerto» por lo que si lleva su cámara y pasea por las distintas playas, podrá encontrar algunos ángulos donde pareciera que el Capitán Jack Sparrow de Johnny Depp va a aparecer fanfarroneando.
Desde aquí, el Monte Parnassus de 900 pies de altura surge en el horizonte de la Isla Unión, a unas escasas 3 millas de distancia. El pueblo principal de la isla, Clifton, ofrece excelentes opciones para hacer compras en un mercado al aire libre y varias tiendas de comestibles, incluyendo una que vende chocolate, pan y café gourmet. No hay que perderse un trago de licor al anochecer en Janti’s Happy Island. Solo se puede llegar en bote inflable porque fue construido sobre el arrecife con miles de valvas de caracolas recogidas por Janti, el propietario ¿Cuántas veces se topa uno con una isla creada totalmente por un emprendedor local?
Hacia el oeste, la Bahía de Chatham es una gran caleta con una extensa playa donde hay un buen número de restaurantes rústicos como el Shark Attack. ¿Quién podría resistirse a un ponche de ron en un lugar así?
Una vez no es suficiente
Las Granadinas no son muy distintas pero cada una tiene su particularidad, motivo por el cual una sola visita no alcanza para conocer toda esta excelente zona de navegación caribeña. Es muy tentador planificar la próxima visita, antes de finalizar la primera, aunque sea tan solo para beber una cerveza Hairoun, rascarle el caparazón a una tortuga feliz o simplemente reflexionar sobre lo que significa la palabra civilización.